martes, 5 de octubre de 2010

Pedro el viejo hechicero

Su nombre Juan Samano muy rico y conocido. 
hombre de caminos abiertos 
el es fuerte, serio y altivo, 
cabellos negros, ojos grandes.  
Sus grandes tierras rodean granada
Él era el efectivo, con sus campiñas y sus sembrados. 
Sus grades propiedades y bienes, 
divinas pieles, grandes riquezas y joyas de plata 
guardan los muros de su palacio. 
Su terrible orgullo  
no son sus bellos caballos, 
ni las herencias de sus antepasados, 
ni su nombre aristócrata,

ni los diezmo en oro que recibía.
Para el su orgullo y su joya de valor incalculable:

su hermosa hija,
llena de vida, amor y rodeada de todo el afecto de su padre. 
 
Y realmente así lo dice la historia, no había en granada 
mujer tan hermosa como Isabel. 
Es similar a una estrella del cielo 
criado a la sombra de las encinas. 
Sobre las rocas. Sus movimientos 
son como el suave vientos en las hojas de los árboles. 
 
Tal como mirar a la luz de las estrellas así son sus ojos, 
y  rosados son sus labios. 
Posiblemente no es solo por su belleza.
Es respetada y distinguida con callado asombro, 
en cualquier latitud de Europa es renombrada 
como la más bella doncella inteligente y calmada. 
Las mujeres desde España hasta Rusia la  envidian 
Por que hasta donde ella llegan
los más prometedores y apuestos pretendientes. 
Pero la bella hija de Juan Samano,
corre de los compromisos y rechaza a todos, 
hasta que un día, Pedro el Rey eleva ante ella 
sus peticiones. 
 
Pedro un hombre viejo. 
Ya abatido por mil tareas, guerras y tristezas, 
pero de nuevo su corazón mueve su sangre 
y el amor otra vez esta con el...
 
Isabel Samano, la doncella más bella 
de las doncellas que hay en Granada 
ella no sabes a qué demonio la aguarda. 
Que ocurrió? Que sucedió?
es un raro poder malévolo, 
que la lleva atada y cegada 
por su propia cuenta, y con tanta fuerza, 
hacia aquel viejo de alma amarga y cruel 
A qué demonio te  entregaras Isabel 
Su pelo blanco, arrugas, cuerpo abatido
ojos  grises y ojerosos, sin brillo 
hombre de palabras frias

movimientos calculadores

tal como la más vil serpiente venenosa.

Pero Isabel porque preferiste el hogar del viejo
el lecho del hombre que se convertiría tu verdugo. 
El Viejo Pedro te embrujo con su mirada maligna; 
durmió tu inteligencia con su tentadora palabra; 
enamorada alzas tu mirada tierna hacia él,
tus manos le dan las más fieles caricias. 
El deshonor que brinda tu conquistador te halaga 
y en loco aturdimiento, te enorgullece 
del mismo deshonor, perdiste,

Isabel el encanto y tu atractivo
se desvaneció como tu juicio. 
 
Qué sucedió con tu pudor 
qué significa ahora para ti los halagos de la gente. 
El viejo hechicero ha olvidado en su vida 
las tareas y sus luchas 
y le revela a su víctima Isabel  
los temibles pensamientos de su mente. 
Los días bellos de Isabel los olvidó. 
Muy pocas veces, la tiniebla embarga su mente, 
Y cubre la pena su alma: 
Piensa en sus padres penosos 
y en sus lágrimas los ve 
en su soledad consumida y ancianos

De repente siente que oye

sus palabras reprochándola, sus suspiros...
pues, si pudiera al menos a que encanto satánico fue sometida 
lo que toda la España  ya lo murmura

la hija de Juan Samano la niña Isabel esta embrujada
Sus pretendientes, celosos, le ocultaron hasta hoy 
del terrible secreto la verdad. 
 
Los cerros y los ríos 
escucha el rumor de la primera hora de la mañana. 
Isabel aun sumida en un adormecedor sueño
De repente oyó pasos cautelosos, y una voz la llama. 
Isabel hija despierto, pero el brillo del sol 
cegó sus ojos y los cerro otra vez;
 
Habla en voz baja apasionada: “¿Isabel?” 
¡Oh, Señor! 
se estremece, abre sus ojos nuevamente 
y ve que frente a ella está su madre... 
 
Has silencio Isabel, soy tu madre. 
Pues en cuanto la noche llegó
vine a verte con sumo cuidado 
para traerte mis súplicas. Hoy ejecutara a tu padre. 
Hija tu eres la única que puedes interceder  
que puedes ablandarle en la crueldad de ese viejo malvado

¡Salva a tu padre! 
 
Mataran a mi padre 
No lo sabes hasta ahora Isabel, es imposible... 
Hija no estás en un desierto,  
Vives en el palacio; 
debieras saber lo que sucede y más si se trata de tu padre 
el hombre con el que vives lo castiga sin cuartel, 
Pero te veo mal
No lo repudias, estas cegada en tu locura, 
No sientes el dolor de que atraviesa tu padre, tu madre! 
Vengo y te encuentro tan serena 
mientras tu padre está siendo sentenciado
y en un momento el hacha cortara su cuello 
 
Lo veo, ese hombre te ha hechizado, ignoras mis palabras hija... 
Isabel por el amor de Dios vuelve en ti 
Levántate de esta cama, corre, póstrate  a ese hombre... 
Hija, compadécete salva a tu progenitor. 
Tu tierna voz quizá amarre las manos crueles 
y posiblemente al verdugo lo detendrás 
Por tu padre recóbrate. 
 
De pronto Isabel un poco agitada dice:
Madre no sé qué me pasa, no sé qué pasa con mi mente 
Has dicho mi padre  
Y aquí en este palacio  
Veo a  mi madre suplicándome que salve a mi padre... 
¡No!... ¿Qué pasa?, quizá estoy loca 
o no se soñando jajaja si es un sueño o una pesadilla horrible!... 
 
¡Que mi Señor este contigo hija! 
Sueños, sueños, no es un sueño.

Puede ser que aun no asimiles no entiendas lo que te explico
mi esposo, tu padre está sufriendo, 
Llevado por el ansia de vengarse,                                                       
ah ido contra él. 
Ahora se venga con sangrientas torturas, 
y el castigo por su acto será la muerte 
ya ah sido entregado y en minutos morirá 
si no lo amparas será ejecutado 
Y hasta el momento, se encuentra cautivo en la torre. 
 
Isabel sale desesperada a salvar a su padre
Va hasta donde el rey, Señor escúchame...
Hoy no permitas que muera  mi padre 
¡Oh, pobre padre mío!
María cae de rodillas hasta los pies del viejo rey hechicero

el la levanta bruscamente y riéndose demente
la lleva hasta la ventana

la sostiene y le dice mira a tu muy querido padre
mira como el hacha reposara en su cuello

maldito sea, que al infierno se dirija su alma

y ya por fin no nos molestara jamás ni el, ni sus injurias

y aquel que ose en separarnos o interponerse entre tú y yo

tendrá el mismo fin.

Entre lagrimas de dolor de la joven Isabel
y el ciego amor que sentía hacia el rey, 
besa  al autor de la muerte de su padre

y luego ella calculadoramente agarra un puñal, levanta su mano,
introduce con fuerza en el vientre del asesino de su padre.
Cae el hechicero moribundo a sus pies y a sus soldados
mientras desciende al los pies de Isabel con una vos temblorosa,

poco fuerte y humillada da la orden

que Isabel sea torturada y enviada a la hoguera

y que su cabeza repose en la plaza del pueblo.



Erick Palacios

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