sábado, 2 de octubre de 2010

A los poetas de la sociedad decapitada

Un día y otro día más demente, 
más sorda, sin sentido, se entorpece, la noche. 
Un leve viento fétido apaga,
 como se apala las velas, las vidas. 
 
No llama, no grita, no ayuda. 
Oscura y triste  es la suerte del poeta ecuatoriano:
un destino trágico lleva a Medardo Ángel Silva al suicidio
Apunta una pistola Smith Wesson a su cabeza; 
      
Quizá correré la misma suerte, 
mi amarga poesia, 
y pereceré en una bóveda escondida en las tantas del sementerio, 
o me deslizaré en un charco de sangre. 
Más no abandonaré mi amor al arte, 
ni renunciaré a tus tumbas. 
 
Permite que acaben conmigo el hambre y el maldad. 
escogeré otro destino ¡NO!: 
si debo morir, moriré contigo, 
y contigo me levantaré, como Lázaro del ataúd.

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